Dios no exige a nadie por encima de sus posibilidades. Lo que uno haya hecho redundará en su propio bien o en su propio mal. ¡Señor nuestro! ¡No nos castigues si nos olvidamos o nos equivocamos! ¡Señor nuestro! ¡No nos impongas una carga como la que impusiste a quienes nos precedieron! ¡Señor nuestro! ¡No nos impongas más allá de nuestras fuerzas! ¡Y absuélvenos, perdónanos y apiádate de nosotros! ¡Tú eres nuestro Protector! ¡Auxílianos contra la gente
incrédula!
Corán, 2, 286.